Porque cada huella cuenta.

Hoy en día, alrededor del 60% de los adultos sufren problemas en los pies, aunque el 98% nacieron con pies sanos. Por tanto, la mayoría de estos problemas se adquieren a lo largo de la vida y se deben en parte a un calzado demasiado apretado e incómodo, o simplemente poco saludable.

El pie maravilloso.

Nuestros pies nos permiten andar, correr, balancearnos y saltar. Son nuestro punto de contacto con el suelo, un órgano sensible de percepción y nos proporcionan equilibrio y balance. La compleja interacción de 114 ligamentos, 33 articulaciones, 20 músculos y 26 huesos es la responsable de realizar estas diferentes tareas. Juntos, todos estos componentes forman un arco longitudinal y otro transversal. Éstos actúan como amortiguadores extremadamente eficaces y resistentes. Y tienen que serlo. Porque a lo largo de su vida, una persona da la vuelta al mundo tres veces -a pie, eso sí- y los pies están expuestos cada día a un peso medio de 2.500 toneladas. Para soportar estas cargas de forma permanente y sin restricciones, es esencial que los pies funcionen sin trabas.

Los pies necesitan espacio.

Si coloca sus pies descalzos junto a una zapatilla normal o baja de anchura normal, notará rápidamente que sus pies son más anchos que los de la mayoría de los zapatos. Este efecto es aún más pronunciado bajo carga, ya que el arco elástico del pie desciende y los dedos se separan. Esto provoca un mayor ensanchamiento del pie y ocupa más espacio. Además, la mayoría de los zapatos no se ajustan a las proporciones de los pies y no dejan a éstos ni a cada uno de los dedos espacio suficiente para rodar limpiamente. En estas circunstancias, es fácil imaginar que un calzado demasiado estrecho y no adaptado a la anatomía del pie restringe la función de éste y le priva de su función natural de perfecto amortiguador.

Consecuencias de un calzado demasiado apretado.

Un calzado demasiado apretado puede ejercer presión sobre diversas partes del pie. Esto no sólo limita la sensación de uso y la comodidad, sino que también puede favorecer la formación de puntos de presión, ampollas y callosidades. Además de estas consecuencias menores, llevar zapatos demasiado estrechos durante demasiado tiempo puede provocar afecciones graves, como dedos en martillo, pie plano, dedo gordo rígido y hallux valgus. Estas desalineaciones del pie pueden, a su vez, provocar el desgaste del cartílago articular y una artrosis irreversible. Los problemas de espalda también pueden ser consecuencia de un calzado demasiado apretado. Esto se debe a que interrumpen las secuencias naturales de movimiento, lo que puede provocar tensiones y desequilibrios que van desde el pie hasta la espalda, pasando por la pantorrilla y la cadera.

La prevención es la mejor medicina.

Para evitar problemas en los pies y la espalda, es aconsejable llevar un calzado cómodo, anatómicamente correcto y ancho. Los zapatos descalzos son especialmente adecuados en este caso. Esto se debe a que ofrecen a los pies y los dedos espacio suficiente para cumplir su función natural sin impedimentos. Especialmente en combinación con la suela fina, flexible y sin tacón, los zapatos descalzos permiten que los pies se desarrollen libremente, los fortalecen y son el punto de partida de movimientos naturales. Sin embargo, el calzado descalzo no es sólo una medida preventiva; las personas con problemas existentes en los pies y la espalda también pueden beneficiarse de sus ventajas y experimentar alivio.
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